María Elena Balán Sainz
Hay conductas que
se suman a los hábitos y costumbres de algunos en la sociedad, persisten e,
incluso, se incrementan de manera casi imperceptible como parte del día a día.
Nuestro país, que
debe continuar fomentando la formación de mejores valores para salvar su
porvenir, requiere de la solidaridad entre sus habitantes, por eso resulta
reprobable que algunos medren a costa de otros.
Por mínimo que
resulte ese hurto, es igual una transgresión eso de dar el vuelto con faltante
de monedas, lo cual es un mal de algunos cajeros en tiendas de recaudación de
divisas, pero también en otros servicios.
De hecho, el
consumidor sale en ocasiones doblemente afectado, porque el artículo ha sido previamente incrementado en su precio
con la llamada “multa”, o sea, el incremento puesto por dependientes a los
precios oficiales.
A la hora de cuadrar
la caja, las ganancias son para quienes están detrás del mostrador cometiendo
sutilmente esos delitos y quebrantando la ley, pero se van a sus casas con la
cartera más abultada a costa de los clientes.
Es recurrente la
frase de “está en la lucha”, la cual traducida de ese argot popular quiere
decir que está en busca de dinero, aunque para ello deba adulterar precios,
“bautizar” botellas de ron o rellenarlas con bebidas de menor calidad.
Faltando a la ética,
a la honradez esa persona se vanagloria de su aparente progreso, de mostrar un
estándar de vida por encima de otros.
Aunque la mayoría de
los cubanos vivimos al día, como resultado de nuestro trabajo, existen casos de
quienes acumulan bienes personales en demasía
apropiándose de lo de otros
individuos y hasta de lo que pertenece al Estado.
Es tal su afán de
lucro que ya no solamente dan vuelto de menos o inflan los precios, sino que
desvían artículos al mercado ilegal y falsifican documentos contables. Lo que
no encuentra el cliente en la tienda, lo expenden otros fuera del local.
Desde hace unos
meses en todo el país está aplicándose la opción de pagar en las tiendas
recaudadoras de divisas en pesos convertibles (CUC) o en pesos cubanos (CUP),
lo cual ha sido acogido favorablemente.
La iniciativa forma
parte de las transformaciones económicas y sociales que experimenta el país y
comenzó a aplicarse de manera simultánea en cada provincia cubana.
Sin embargo, algunos
clientes no salen satisfechos del establecimiento al recibir el vuelto, porque
aunque pagaron con CUP le dan el vuelto en moneditas de CUC.
¡Vaya embrollo! Es
difícil discernir cuánto recibe así con un simple golpe de vista y no son pocos
los que hacen un mohín cuando ven su vuelto mermado.
En ocasiones algunos
clientes preguntan por qué no se le dan en moneda nacional, pero resulta
oportuno aclarar que la cadena no dispone de fondo en CUP para realizar esta
operación
Esperamos que vaya
perfeccionándose ese mecanismo, porque hasta ahora en las tiendas de divisas no
se vislumbraba el final del problema del menudo.
Y digo más, no solo
en ese tipo de establecimientos, también en la oferta de otros servicios es
recurrente escuchar: “Lo siento”, no tengo para darte el vuelto”.
Por eso expresaba al
inicio de este comentario que hay conductas que por cotidianas ya se suman a
los hábitos y costumbres de algunos en la sociedad, y eso de darle
correctamente el vuelto al cliente ha pasado de moda.
Confiemos en que el
quilo, el medio, la peseta vuelvan a reinar en su justo valor y el que compre o
pague algo lo reciba como corresponde.
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