miércoles, 29 de abril de 2015

Restos de sobreviviente del Titanic descansan en Cuba

Tumba donde reposan los restos de Julián Padró, cuadro 22 del cementerio de Colón.
Texto y foto:
DANIELLA PÉREZ MUÑOA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana
 Uno de los sobrevivientes del naufragio del buque de vapor británico Titanic, Julián Padró, barcelonés, posteriormente nacionalizado cubano, yace enterrado hace 60 años en el habanero cementerio de  Colón.
El periódico cubano La Discusión, en fecha 29 de abril de 1912, reflejó la llegada a nuestro país de cuatro españoles solo 15 días después del hundimiento. Además del barcelonés Julián Padró, chofer de 26 años, también arribaron Emilio Pallás, un panadero de 29 años, y las hermanas Florentina y Asunción Durán, de 30 y 26 años, de Lérida.
Luis Martín, jefe del Área Museológica del camposanto, comentó: “El  barco norteamericano Carpathia recogió a los náufragos ateridos de frío polar. La embarcación los trasladó a Nueva York, donde posteriormente una compañía naviera yanqui les costeó el pasaje hacia Cuba en el mercante Monterrey”.
Al llegar, los alojaron en el hotel La Perla de Cuba, cuando vivían aún toda la amargura y el horror de la terrible experiencia. Los infortunados juraron que jamás abordarían de nuevo un buque, promesa que se supone cumplieron hasta que les llegó la muerte. En la actualidad se desconoce el paradero de los restantes sobrevivientes, afirmó el historiador.
Julián Padró nació en la capital catalana en 1886, de ascendencia humilde solo cursó estudios elementales, desde niño trabajó para sustentar a su familia, posteriormente se desempeñó como chofer. Tenía 26 años cuando viajó en el navío con el fin de residir en Nueva York e intentar prosperar, expresó Martín.
“En sus relatos, Padró recordó la lucha campal establecida entre los pasajeros por hacerse de un lugar en los insuficientes botes salvavidas. Afirmaba que en medio de todo el pánico, se deslizó por una de las sogas y cayó sobre una barca”, declaró Teresa Aloy, historiadora del cementerio de Colón.

Ya en la Isla, rehizo su vida y se casó con una joven habanera de familia de clase media, se desconoce si el matrimonio llegó a tener descendientes. En 1941 obtuvo la ciudadanía expedida por el estado cubano. Murió en 1954 a la edad de 68 años debido a un paro cardíaco, fue enterrado por su viuda y amigos en el cuartel S.O, cuadro 22, campo común de la Necrópolis Cristóbal Colón, en La Habana, aseguró Aloy.
Agregó que Padró siempre recordó que salvarse fue un milagro, porque el  galeón naufragaba y un elevado número de hombres murió debido al protocolo de salvamento que se siguió en el proceso de evacuación, conocido como mujeres y niños primero.
El  Titanic se hundió en la madrugada del 14 de abril de 1912, en las aguas cercanas a Terranova, tras la colisión con un iceberg. De 2 224 pasajeros y tripulantes, solo se salvaron 705, la tragedia constituye el mayor desastre marítimo en tiempo de paz de la historia.


martes, 7 de abril de 2015

Del verso al beso, ya no hay buen trecho


Por María Elena Balán Sainz
  A Margarita le encantaba escuchar los poemas que en los recesos entre clases, en la Universidad, le recitaba aquel bardo cuya elocuencia llegó a enamorarla.
  No fue de un día para otro el paso del verso al beso, tal vez porque la espiritualidad era muy valorada, mucho más que ahora cuando casi está colapsada la supervivencia del romanticismo y  lo común  es ser directos,  rápidos, quemar etapas.
  En estos tiempos que corren los sentimientos amorosos se manifiestan de otra manera y hay chicas que hasta ven como algo cursi la lectura de un poema o el obsequio de una flor, pero igual muchos jóvenes no se sienten bien con esas manifestaciones más anticuadas, según su manera de verlas.
  Alguien nos comenta cómo por estos días de ruidos ensordecedores y no de música para nutrir neuronas, lenguaje chabacano y  relaciones sexuales sin tantos preámbulos, las frases conquistadoras y fascinantes han pasado a ser diferentes.
  Por supuesto,  todavía existen excepciones, y algunos siguen leyendo o escribiendo versos, así como notas cortas para enviar en un mensaje de correo electrónico o mediante un teléfono móvil, donde aparece el icono de un corazón.
   Todo evoluciona, lo ideal es que sea para bien y no como retroceso. No obstante,  debemos reconocer que las técnicas de seducción se han modificado con los años y resulta lógico hasta cierto punto.
  No es época de “vender listas” como se le llamaba a aquello de pasar frente a la casa de la muchacha una y otra vez, con el propósito de pillarla en la ventana o en el portal y darle a entender el interés por ella.
  Igual que las serenatas desaparecieron, el mismo derrotero tomó la ceremonia de pedir la mano, y llevar a los padres como representantes de tal acto de buenas intenciones amorosas.
   Lo que antes se consideraba una locura o una falta de respeto es hoy parte de la rutina en la vida de los jóvenes. Irse como huésped temporal a la casa del novio o la novia constituye una práctica normal.
  Ahora bien, hay progenitores sumamente despreocupados de conocer con quién se relaciona su hijo o hija, si cuentan con una relación duradera, temporal o caen en la promiscuidad  y sus consiguientes consecuencias.
  Resulta esencial, también en estos tiempos modernos, saber hacia dónde se encaminan nuestros descendientes en los derroteros del amor, aunque los símbolos para manifestarlos hayan cambiado, no así su esencia.
 Y no se trata de pensar que la generación de los adultos es mejor que la de los jóvenes actuales, cada una se adecua y asume su momento, pero resulta igualmente válido el consejo oportuno, el fomento de una ética enriquecedora de las relaciones.
  Las estructuras poéticas se han renovado y dejaron de ser poco a poco  elemento de la cotidianidad en las relaciones sentimentales.

  Ya que no hay un buen trecho del verso al beso,  y eso quizás no importe hoy, tampoco dejemos de abogar a favor del respeto, de la no violencia, y de lograr una buena convivencia en las relaciones de pareja.