Por María Elena Balán Sainz
Comienzo esta
segunda semana de diciembre con otra
satisfacción personal, la selección de La Habana como Ciudad Maravilla del
orbe, pues a pesar de que es cierto que todo sol tiene manchas, no por eso
podemos dejar de admirar y reconocer su luz y calidez por encima de todo.
Los lunares están
en muchos lugares, no lo oculto, no solo en la Villa de San Cristóbal de La
Habana, como algunos insisten en hacer ver con el ánimo de demeritarla.
Admiro esta
ciudad que me acogió en mis años de bachillerato, luego en mi desarrollo
profesional y también familiar. Urbe en la que no nací, pero a la que amo, veo
en ella más luz que manchas, porque estas últimas si tomamos interés podemos ir disminuyéndolas.
Entre los muchos motivos para cuidarla,
mantenerla limpia, velar por su patrimonio y preservarla se suma ahora esta
nueva condición, dada a conocer por el sitio new7wonder.com, cuyo pronunciamiento
oficial la ubica junto a Beirut (Líbano), Doha (Qatar), Durban (Sudáfrica), La
Habana (Cuba), Kuala Lumpur (Malasia), La Paz (Bolivia) y Virgan (Filipinas).
La fundación New
Seven Wonder, de Suiza, patrocinó la encuesta y desde todos los sitios del
mundo hubo votos favorables para la capital de todos los cubanos, por la cual
igualmente sienten admiración, agradecimiento y respeto miles de nacionales y
extranjeros.
Desde Argentina,
un abuelo emocionado nos escribe para expresar su alegría y destaca: “Allí
estuvimos, ¡cuántos recuerdos maravillosos!. Dieguito y Yanil van a tener le
felicidad de ver de nuevo a su Habana amada, ya que piensan ir al festejo de la
Primera Promoción de la Escuela Latinoamericana de Medicina”.
Mientras una habanera residente en el exterior manifiesta
“Me encanta la magia de La Habana de intramuros . Esa misma magia los cubanos
la llevamos en la sangre”.
Una colega nacida
en esta urbe rememora “también es conocida como ciudad de las columnas; título dado
por el escritor cubano Alejo Carpentier. Barroco encanto del talento que tejió
la metáfora al crepúsculo en las aceras interiores habaneras, con esas
columnas, a buen resguardo del caminante”.
Más allá de los
parámetros sociales, económicos o científicos que tienen en cuenta
instituciones como la Unesco, en esta encuesta de la Fundación Suiza se valora lo popular, eso que atrae, como el calor humano, la belleza de sus
paisajes, el embrujo intrínseco como una de sus características principales.
No hay que
olvidar las situaciones objetivas y subjetivas implicadas en las cicatrices que
igual aparecen en la ciudad, esas que duelen a quienes la queremos y abogamos
por su limpieza, por la creación de mayores posibilidades para preservar su
patrimonio arquitectónico, como también por un comportamiento ciudadano más
acorde con las buenas normas de convivencia.
De ahí la
urgencia a favor de cuidar lo tuyo, lo mío,
lo nuestro, bajo el principio del sentido de pertenencia que debe
existir en todos los grupos poblacionales,
sin distinguir edades, sexo, ocupación o nivel cultural.
En estos tiempos
se requiere afianzar el entendimiento, la unidad, el entusiasmo y las
iniciativas positivas, en contra del resentimiento, la confusión y el
desaliento surgidos en numerosos casos por nocivos estilos y métodos de trabajo
y atención a quienes somos el pueblo.
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