viernes, 19 de septiembre de 2014

Cuba: El que degrada a los demás se degrada a si mismo




Por: Rolando López del Amo
  Qué lamentable ver anoche, en el Noticiero Estelar de la televisión cubana, la justificación burocrática del maltrato a los viajeros y sus acompañantes en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana. 

  Un funcionario del aeropuerto dijo que no se permitía el acceso de acompañantes debido a que según no sé que regulaciones internacionales había que reservarle a cada viajero un área de 20 metros cuadrados.    
  
   Parecería que cada pasajero, al entrar al aeropuerto, dispone de un área de cuatro metros de largo por cinco de ancho o viceversa en la que no puede entrar ni cruzar nadie, una especie de espacio vital inviolable.   

   Nunca antes había escuchado tal versión. Apenas dediqué treinta años de mi vida al trabajo en el servicio exterior y conocí unos cuantos aeropuertos en cuatro continentes: diez en América Latina y el Caribe, cinco en América del Norte, doce en Europa, quince en Asia y Oceanía y dos en la península arábiga. Cuarenta y cuatro en total. No menciono aquellos en que sólo hice tránsito y no salí del aeropuerto.

  
  En todos ellos, como fue en La Habana hasta hace poco, los viajeros podían ser despedidos por sus familiares y amigos o ser recibidos por ellos en los salones del aeropuerto. Ahora se generalizó la mala y vergonzosa práctica de la Terminal, supuestamente provisional. por la que arribaban los vuelos procedentes de los EEUU.
  
   Lo peor es que la Terminal número 3, la de la actual discordia, fue sometida a un proceso de remodelación que nunca podría haber supuesto, no cabe en la cabeza de ningún ser normal, la eliminación del derecho del que gozaban los acompañantes de los pasajeros de acceder a la instalación general, hasta que el pasajero cruzara lo que se llamaba “la frontera” o recibirlo al salir de ella.
 
  
Ahora, quien vaya a despedir o recibir a un viajero, especialmente los últimos, tienen que aguardar de pie a la intemperie, bajo sol o lluvia, sin acceso a baños públicos o a una cafetería donde saciar la sed o comer algo Tamaño desprecio a la población no tiene nada que ver con las justas ideas del socialismo que busca favorecer el respeto a y el bienestar de los seres humanos.
   
   ¿Hasta cuándo se le va a permitir a la burocracia con mando ejercer tan arbitrariamente sus funciones? Hay un fuerte malestar por esas acciones y la información del Noticiero Nacional solo contribuye a exacerbarlo, por más que se hagan promesas de nuevas futuras construcciones aledañas fuera del aeropuerto, que no cambiarán la prohibición de acceder al mismo.
   
Tenía mucha razón Fidel al recordar que la historia recoge muchos casos de gentes que han abusado del poder y pocos que lo han utilizado con moderación. Y nuestro caso, no puede ser el primero, porque sería la negación misma de la revolución.
   
   Recordemos, con José Martí, que “el que degrada a los demás se degrada a sí mismo” (19-83) y que “cuanto reduce al hombre, reduce a quien sea hombre”. (2-378)

No hay comentarios:

Publicar un comentario